Empezó siendo una sesión "formalita" para conseguir unos retratos posados de las tres mirando a cámara y poco a poco se fue transformando en una mañana de juegos en familia.

Vero y sus chicas han pasado ya varias veces por el estudio, y diría que esta es la vez que más lo he disfrutado.

Solemos dejar de fotografiar a nuestros hijos demasiado pronto. Esta edad (4 y 8 años) es maravillosa para hacerles una sesión fotográfica, pues ya muestran su personalidad y los retratos tienen una fuerza increíble.

No puedo decidirme: ¿me gustan más las de color con las flores y tonos pastel o la fuerza de las fotos en blanco y negro?