Hasta ahora, solo había pensado en la importancia de tener las fotos en un formato físico (fotos impresas, álbum, etc.) por el placer de tocarlas, de disfrutarlas sin una pantalla de por medio.
Pero últimamente, cada vez que me acuerdo de una foto y quiero verla, me paso un buen rato buscando entre carpetas y discos duros. Fotos duplicadas, fotos desaparecidas…Y eso que procuro ser organizada, pero la basurilla digital es más fuerte que yo.
Vamos a trasladarnos por un momento al futuro, ponle dentro de 15 años. Imagina una animada sobremesa con tu familia, tal vez en Navidad.
De pronto te acuerdas de las fotos esas que os hicieron en la playa cuando los chicos eran pequeños. ¿Qué año era? ¿2019?
Te entra la morriña y quieres ver las fotos…
-ESCENARIO 1: te levantas de la silla y coges el álbum de la estantería. Te sientas, lo abres, y lo disfrutas. Como se ha hecho toda la vida.
-ESCENARIO 2: coges un dispositivo digital y empiezas a buscar en la nube entre los miles de archivos que guardas por ahí. Con suerte, lo encuentras al cabo de un rato y consigues abrir las fotos.
Yo veo mucho más fácil la primera opción, ¿tú no?
Por eso, ahora más que nunca, no me canso de recomendaros que imprimáis vuestras fotos. Que las tengáis disponibles, a mano, para poder verlas cuando estéis nostálgicos.
Existen muchísimas opciones de álbums e impresiones a vuestra disposición.
Para mis trabajos os ofrezco los productos que a mi más me gustan, de gran calidad, con papeles que hacen lucir aún más los colores y que le aportan un plus a la imagen.
Ver las fotos está bien, ¡pero tocarlas es aún mejor!
Aquí os dejo algunos ejemplos de los bonitos que son los álbums de mis sesiones:
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